Señor misericordioso,
he pecado mucho, por mi culpa,
por mi gran culpa; soy un ingrato.
¿Qué sería de mí si en este momento
me llamaras a tu presencia?
Jesús crucificado,
por tu preciosa sangre, espero me perdones.
María, refugio de pecadores,
alcánzame misericordia.
Propongo no volver a pecar
y huir de las ocasiones de pecado.
Renuevo especialmente
mi propósito principal.