La Iglesia, por institución, es una, como uno es Jesucristo y uno Pedro. En ella hay unidad de fe, de gobierno y de amor, a pesar de la diversidad de pueblos y culturas. Es católica, apostólica y romana: estas son sus características peculiares. Todos los hombres están llamados a pertenecer a la Iglesia (cf Ef 1,22; 5,23; He 8,1; 11,22; Gál 6,10; 1Tes 5,15; 1Cor 1,10).
Te doy gracias, Maestro divino,
por la institución de la Iglesia,
madre de los creyentes.
La has adquirido con tu sangre
y has querido que sea santa,
gloriosa e inmaculada.
Siguiendo tu ejemplo,
yo creo, amo, coopero y sufro
por su expansión.
Que vuelvan a ella los hijos alejados
y entren en ella los que aún no creen.
Quiero ser hijo digno de esta madre,
para ser digno hijo de Dios.
Gloria a Dios…
Jesús Maestro…
María, Reina…
Santos Pedro y Pablo…