Pablo amigo, Pablo hermano,
Pablo apóstol, Pablo pobre,
que fuiste aguijón de ateos
y crisol para almas nobles.
Pablo, que solo sabías
hablar de Cristo a los hombres.
Pablo, perseguidor y perseguido.
Pablo, conquistador y conquistado.
Pablo, de los gentiles y judíos.
Pablo, por el amor encarcelado.
Una voz te despertó
cuando estabas derrotado:
«Pablo, ¿por qué me persigues?
Soy Jesús resucitado».
Y de pronto, te encaminaste
de vuelta sobre tus pasos,
y en los que ibas persiguiendo
descubriste a tus hermanos.
Si camino de Emaús
alumbró a decepcionados,
Cristo quebró tu ceguera
de camino hacia Damasco.
Y del mundo fuiste luz,
pues fue tu vida reflejo
de la vida que Jesús
predicó en el evangelio.