San Pablo, apóstol de los gentiles,
que te apresuraste a destruir en Éfeso
los escritos que podían turbar
la mente de los fieles;
vela también hoy sobre nosotros.
Tú ves cómo una prensa
secularizada y sin escrúpulos
amenaza con arrebatarnos
el precioso don de la fe
y las sanas costumbres.
Ilumina, apóstol san Pablo,
la mente de los escritores
para que no causen daño a los hombres
con sus doctrinas
e interpretaciones equivocadas.
Mueve sus corazones para que rechacen
todo cuanto pueda perjudicar
al rebaño elegido de Cristo.
Y a nosotros concédenos que,
dóciles a la voz del supremo Pastor,
nunca fomentemos las lecturas nocivas,
sino que leamos y difundamos
las de contenido constructivo,
que ayuden a todos
a promover la gloria de Dios,
la edificación de su Iglesia
y la salvación de los hombres. Amén.