HIMNO
Alégrate, María, la elegida,
primera entre los pobres del Señor;
pues grandes maravillas en ti ha hecho
el Dios que con su amor venció al pecado.
Tu alma traspasada por la espada
se une al sacrificio del Pastor.
Dijiste al Padre: «En mí se cumpla»:
la grey ha sido hallada y redimida.
De pie, junto a la cruz del gran Cordero,
Amor que por nosotros fue inmolado,
con Juan, el fiel discípulo, acogiste
tu nuevo encargo: «Ahí tienes a tu Hijo.»
Presencia que congrega en asamblea
discípulos que esperan al Espíritu,
cual alba del gran día que despunta:
dichosa tú que cumples la palabra.
Al Padre, con el Hijo y el Espíritu,
la Iglesia entera eleve su alabanza;
la madre del Pastor y Rey que es Cristo,
nos guíe hasta los pastos de la gloria. Amén.
SALMODIA
Donde se celebra como memoria, las antífonas y los salmos se toman de la feria correspondiente.
Ant. 1. Dichosa eres tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
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SALMO 121
La ciudad santa de Jerusalén
Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22)
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Ant. 1. Dichosa eres tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
Ant. 2. El Todopoderoso ha engrandecido tu nombre, madre de Jesús.
SALMO 126
El esfuerzo humano es inútil sin Dios
Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Ant. 2. El Todopoderoso ha engrandecido tu nombre, madre de Jesús.
Ant. 3. Dichosa tú, Virgen obediente, elegida para ser madre del buen Pastor.
CANTICO (Ef 1,3 10)
Dios salvador
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Ant. 3. Dichosa tú, Virgen obediente, elegida para ser madre del buen Pastor.
LECTURA BREVE
Ga 4, 4-7
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! Padre.» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
RESPONSORIO BREVE
R/. Madre del Cordero crucificado, * Has colaborado en nuestra redención. Madre del Cordero.
V/. Nos ha redimido con su sangre el buen Pastor. * Has colaborado. Gloria al Padre. Madre del Cordero.
Magníficat, ant. Jesús dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Y al discípulo que tanto quería: «Ahí tienes a tu madre.»
MAGNÍFICAT Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Magníficat, ant. Jesús dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Y al discípulo que tanto quería: «Ahí tienes a tu madre.»
PRECES
Unidos en la alabanza, oremos a Cristo, pastor y guía de la Iglesia, que ha querido asociar a su madre a la misión de salvar al mundo. Dirijamos a él nuestra oración:
Pastor eterno de nuestras almas, envía buenos trabajadores a tu mies.
Pastor bueno, que en la infancia y la adolescencia te confiaste a María para que te alimentara y educara,
— haz que sea también para nosotros protección y guía en el camino de la vida.
Pastor fiel, que en el calvario confiaste a tu madre a los discípulos,
— por su solicitud defiende a la Iglesia de las asechanzas del maligno y condúcela a la unidad.
Pastor misericodioso, que has dado a tu madre como refugio de pecadores,
— haz que los descarriados encuentren en ella la guía segura para volver al redil y la fuerza necesaria para no volver a separarse de ti.
Pastor universal, que llamas a tu seguimiento a personas dispuestas a cumplir tu voluntad,
— multiplica las vocaciones consagradas, y consíguenos a todos el don de la fidelidad.
Pastor eterno, que has sentado a María a tu derecha en la comunión de los santos,
— concede a nuestros hermanos y hermanas difuntos participar de la bienaventuranza de los pastos eternos.
Padre nuestro.
ORACIÓN
Oh Dios, que enviaste al mundo a tu Hijo, buen Pastor, para reunir a la humanidad dispersa, concede al rebaño que él redimió y confió desde la cruz a su madre, la Virgen María, acoger fielmente su llamada y seguirlo hasta las verdes praderas de su reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.