HIMNO
Miguel, Gabriel, Rafael,
los espíritus señeros
y arcángeles mensajeros
de Dios, que estáis junto a él.
A vuestro lado se siente
alas de fiel protección,
incienso de la oración
y el corazón obediente.
«¿Quién como Dios?» Es la enseña,
es el grito de Miguel,
y el orgullo de Luzbel
al abismo se despeña.
Gabriel trae la embajada
divina, y le lleva al Padre
el «sí» de la Virgen Madre,
del Sol de Cristo alborada.
Por la ruta verdadera
Rafael nos encamina
y nos da la medicina
que cura nuestra ceguera.
Dios que nos diste a los ángeles
por guías y mensajeros,
danos el ser compañeros
del cielo de tus arcángeles. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Ensalzaste tu majestad sobre los cielos, Rey de los ángeles.
SALMO 8
Majestad del Señor y dignidad del hombre
Todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo (Ef 1, 22)
Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.
Cuando contemplo al cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.
Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ant. 1. Ensalzaste tu majestad sobre los cielos, Rey de los ángeles.
Ant. 2. Delante de los ángeles, tañeré para ti, Dios mío.
SALMO 137
Acción de gracias
Los reyes de la tierra llevarán a la ciudad santa su esplendor (cf. Ap 21, 24)
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre:
Por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.
El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
Ant. 2. Delante de los ángeles, tañeré para ti, Dios mío.
Ant. 3. Vi delante del trono a un Cordero en pie; se notaba que lo habían degollado. Y escuché la voz de muchos ángeles alrededor del trono.
CANTICO (Col 1,3.12-20)
Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Ant. 3. Vi delante del trono a un Cordero en pie; se notaba que lo habían degollado. Y escuché la voz de muchos ángeles alrededor del trono.
LECTURA BREVE
Ap 1, 4b-5
Gracia y paz a vosotros de parte del que es y era y viene, y de parte de los siete espíritus que están ante su trono y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos amó nos ha librado de nuestros pecados por su sangre.
RESPONSORIO BREVE
R/. Subió el humo de los perfumes * A la presencia del Señor. Subió.
V/. Por manos del ángel. * A la presencia del Señor. Gloria al Padre. Subió.
Magníficat, ant. El ángel Gabriel habló a María, diciendo: «Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.»
MAGNÍFICAT Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Magníficat, ant. El ángel Gabriel habló a María, diciendo: «Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.»
PRECES
Pidamos al Señor que, como los ángeles, poderosos ejecutores de sus órdenes, seamos siempre prontos a la voz de su palabra. Implorémosle, diciendo:
Te rogamos, óyenos.
Para que por manos de los ángeles suban a tu presencia nuestras oraciones
— como el humo de los perfumes.
Para que nuestras ofrendas sean llevadas a tu presencia, — hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel.
Para que, con la legión del ejército celestial, podamos proclamar la gloria a Dios en el cielo,
— y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Para que al fin de nuestra vida, los ángeles nos reciban
— y nos lleven a la patria del paraíso.
Para que san Miguel, el abanderado, introduzca en la luz sagrada
— las almas de los fieles difuntos.
Padre nuestro.
ORACIÓN
Oh Dios, que con admirable sabiduría distribuyes los ministerios de los ángeles y los hombres, te pedimos que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten continuamente en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
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