25 de marzo – ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

25 de marzo

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

Titular del Instituto Virgen de la Anunciación
SOLEMNIDAD

 

El «sí» de Cristo y el «sí» de María

Esta solemnidad recuerda el anuncio del arcángel Gabriel a la Santísima Virgen: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo… Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús» (Lc 1, 28. 31).

El consentimiento de María, que precedió a la encarnación de la Palabra de Dios, tiene una enorme importancia en la Historia de la salvación; efectivamente, todo nos viene de la encarnación de la Palabra. Por eso la liturgia hace memoria solemne de este misterio de nuestra salvación, que fue posible gracias a la perfecta disponibilidad de María: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38).

El padre Alberione, gran devoto de María, vivió y sintió siempre la importancia de esta solemnidad, introducida en la espiritualidad paulina en relación con el magisterio de María, que da a Cristo al hombre y orienta al hombre hacia Cristo.

En una oración, fechada el 22 de abril de 1958, exalta la fe de María, da gracias por el misterio de la encarnación y pide para sí mismo y para sus hijos la virtud de la fe. Merece la pena reproducirla, pues ilustra bien el significado de la solemnidad.

«María, que te feliciten todas las generaciones. Tú creíste el anuncio del arcángel Gabriel y en ti se realizaron las maravillas que él te había anunciado. Te alabo con todo mi ser. Creíste en la encarnación del Hijo de Dios en tu seno virginal, y llegaste a ser la madre de Dios. Gracias a tu “sí” la Palabra se hizo carne y vivió entre los hombres. Amaneció entonces el día más dichoso de la historia humana. Por ti recibieron los hombres al Maestro divino, al sumo y eterno Sacerdote, a la víctima de propiciación, al Rey del universo.
Bendito sea el Señor que quiso dárnoslo todo por medio de ti. La fe es don de Dios y raíz de todo bien.
Concédenos, María, una fe viva, firme y dinámica: la fe que salva y santifica; fe en la Iglesia, en el Evangelio y en la vida eterna. Que aprendamos a meditar las palabras de tu Hijo bendito como tú las meditabas y conservabas fielmente en tu corazón. Que se anuncie el Evangelio a todos los hombres y con todos los medios. Que todos lo acojan con docilidad. Que todos lleguen a ser hijos de Dios. Amén.»

Hacia finales de 1958, el padre Alberione dio comienzo al Instituto «Virgen de la Anunciación», que fue aprobado por la Iglesia el 8 de abril de 1960.

En su diario íntimo el padre Alberione escribió esta nota, sin fecha, pero que se remonta a los primeros meses de 1958: «A María, Madre, Maestra y Reina. Yo, indigno hijo tuyo, acepto de corazón la voluntad de tu Jesús: completar la Familia Paulina. Daré comienzo a tres Institutos: Jesús Sacerdote, Virgen de la Anunciación y San Gabriel Arcángel. Serán almas que “arden de amor a Dios y que transforman toda su vida en apostolado” (Pío XII, Provida Mater Ecclesia)» (Don Alberione intimo, 37).

Con fecha del 21 de marzo de 1959, el padre Alberione había escrito una tarjetita de felicitación a cada una de las Anunciatinas para indicarles el modo de celebrar su fiesta, sugiriéndoles, entre otras cosas, la «renovación del deseo y el propósito de la consagración a Dios.»

 

Todo como en el Misal Romano y la Liturgia de las Horas.

Cuando esta solemnidad coincide con uno de los cinco domingos de Cuaresma, se celebra el lunes siguiente. Cuando cae entre el domingo de Ramos y el II domingo de Pascua, se celebra el lunes después del II domingo de Pascua.

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