HIMNO
Los signos de los tiempos
leíste como nadie.
Todo el afán de Pablo
vibró en tu corazón.
Tu parroquia fue el mundo;
tu púlpito, los medios
de comunicación.
Como Pablo miraste a lo alto
y alzaste tu vuelo.
Como Pablo en el diario trabajo,
buscaste el sustento.
Como Pablo tú abriste caminos
llegando a otros pueblos.
Como Pablo desprecio sufriste
por el Evangelio.
Como Pablo a su tiempo le hablaba,
le hablaste a tu tiempo.
Como Pablo, le diste a tu mundo
noticia del Reino.
Aquel fuego que a Pablo abrasaba
fue tu mismo fuego,
y el empeño y amor con que amaba
fue tu amor y empeño. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Soy ministro del Evangelio por el don de la gracia de Dios.
SALMO 14
¿Quién es justo ante el Señor?
Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo (Hb 12, 22)
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
Ant. 1. Soy ministro del Evangelio por el don de la gracia de Dios.
Ant. 2. Éste es el criado fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre.
SALMO 111
Felicidad del justo
Caminad como hijos de la luz: toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz (Ef 5, 8-9)
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.
Ant. 2. Éste es el criado fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre.
Ant. 3. Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
CÁNTICO Ap 15, 3-4
Himno de adoración
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Ant. 3. Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
LECTURA BREVE
Rm 8, 28-30
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
RESPONSORIO BREVE
R/. El Señor es justo * Y ama la justicia. El Señor.
V/. Los buenos verán su rostro. * Y ama la justicia. Gloria al Padre. El Señor.
Magníficat, ant. Éste es el criado fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas.
o bien:
Te doy gracias, Cristo, pastor bueno, porque has querido glorificarme; te suplico que las ovejas que pusiste a mi cuidado participen conmigo eternamente de tu gloria.
MAGNÍFICAT Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Magníficat, ant. Éste es el criado fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas.
o bien:
Te doy gracias, Cristo, pastor bueno, porque has querido glorificarme; te suplico que las ovejas que pusiste a mi cuidado participen conmigo eternamente de tu gloria.
PRECES
Unidos en la oración con todos nuestros hermanos y hermanas dispersos por el mundo, invoquemos con fe al Divino Maestro y Pastor, y digamos:
Haznos discípulos tuyos y escúchanos, Señor.
Tú que, por medio de nuestro Fundador, nos has llamado a renovar en la Iglesia el celo de los primeros apóstoles, siendo «san Pablo vivo hoy»,
— concede a todos los heraldos del Evangelio sabiduría y santidad.
Tú que, a la escuela del beato Alberione, nos has enseñado a cultivar «la oración ante todo, sobre todo, vida de todo»,
— enséñanos a buscar ante el sagrario la luz y la fuerza de tu Espíritu.
Tú que sostuviste al beato Alberione en sus dificultades con las palabras: «Yo estoy con vosotros. No temáis»,
— danos fe constante en tu asistencia y la superación de todo temor.
Tú que dijiste a tu siervo: «Desde aquí quiero iluminar»,
— no permitas que pongamos obstáculos a tu Luz, y haznos transparentes difusores de la Verdad que salva.
Tú que nos has pedido que vivamos «en continua conversión», confiando plenamente en tu misericordia,
— despierta en nosotros ese deseo y haz que seamos conscientes de nuestra pobreza.
Tú que inspiraste al Padre Alberione, moribundo, el testamento de sus últimas palabras: «Paraíso, paraíso»,
— concede a nuestros hermanos y hermanas difuntos, el gozo del premio eterno con todos los santos del cielo.
Padre nuestro.
ORACIÓN
Oh Dios, que has suscitado en tu Iglesia al beato Santiago Alberione, presbítero, para que, con las diversas formas de comunicación, anunciara al mundo a tu Hijo, que es camino, verdad y vida; concédenos, te rogamos, que, siguiendo su ejemplo, contribuyamos asiduamente a la predicación del Evangelio a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.