A esto se reduce mi doctrina,
este es todo el resumen de mi ley:
que os améis los unos a los otros
igual que yo os amé (bis).
Yo te pido por ellos, no pido por el mundo.
Yo les di tu doctrina y el mundo les odió.
Guárdalos en tu nombre, que todos
sean uno,
para que sepa el mundo quién fue
el que me envió.
He guardado en tu nombre a estos
que me has dado.
No son ellos del mundo, igual que yo no soy.
Santos cual tu verdad, hoy hazlos
en tu nombre.
Como tú me enviaste, los envío así yo.
Si te pido por ellos, también pido por todos
los que, por su palabra, un día creerán:
que todos sean uno igual que tú y yo somos;
que el amor que me diste
sea en ellos realidad.