Tú que fuiste un gran padre de pueblos
y un apóstol por Cristo formado,
mira cuánto dolor y pecado
sufre el mundo, alejado de Dios.
Oye, Pablo, la voz de tus hijos,
que ferviente se eleva hasta el cielo;
haz que, llenos de amor y de celo,
tu camino sepamos seguir.
Tu palabra no tuvo confines,
todo el mundo escuchó tu mensaje;
con tu fuego, de Cristo le hablaste,
de su cruz, de su reino de amor.