Ave, madre de la historia.
Ave, mujer
en la que Dios se complace.
Tú engendras para el mundo
a Cristo Maestro,
camino, verdad y vida.
Por tu humildad y por tu fe
tú eres madre de Cristo Maestro,
el Espíritu ha escrito la Palabra
con tu propia sangre.
Haz resplandecer hasta el confín de la tierra
el fulgor del evangelio.
Junto a la cruz de tu Hijo
tú eres madre de todos los hombres;
de tu amor y entrega plena participen
todos los llamados;
y protege a todos los apóstoles de Cristo,
los testigos de su Reino.
Con tu presencia en el cenáculo,
tú eres madre y maestra de apóstoles;
el Espíritu da vida a la Iglesia
y la hace fecunda.
El amor de Cristo por los hombres nos impulse
al anuncio de su Reino.
Llena de luz, mujer perfecta,
tú eres signo y anuncio de la historia.
Entre ángeles y santos resplandeces
junto a Jesucristo.
Condúcenos a él, modélanos de suerte
que se forme en nosotros.
Madre, maestra y reina nuestra:
tú eres puerta y sendero hacia Cristo.
De esplendor y gloria eterna te corona
la Trinidad santa.
Intercede, madre, ante el Dueño de la vida
por tus hijos que te invocan.