El cielo es el premio eterno de los que se han hecho obedientes. Han buscado a Dios y lo poseerán para siempre. Han buscado los bienes espirituales y los gozarán eternamente. El cielo es visión de Dios, merecida por la fe; es posesión de Dios, merecida con el cumplimiento de su voluntad; es el gozo en Dios, merecido por el amor (cf Is 65,17-25; Ap 2,7; 7,2-4.9-14).
Te doy gracias, Maestro divino,
por la esperanza
que has infundido en mí.
Yo creo y espero la vida eterna.
Te contemplo a la derecha del Padre;
a la Virgen María a tu derecha;
y una muchedumbre inmensa
que nadie podría contar.
Se requiere la gracia y la colaboración.
El que ora se salva; el que no ora se pierde.
Gloria a Dios…
Jesús Maestro…
María, Reina…
Santos Pedro y Pablo…