Jesús designa a Pedro como su representante visible y le confía todos los fieles y pastores; le concede infalibilidad en su enseñanza; le da autoridad en el servicio, y amor para santificar: «Apacienta mis corderos; apacienta mis ovejas»; y le entrega las llaves del reino de los cielos (cf Jn 21,15-23).
Bendito seas, Jesús Maestro,
que en Pedro estás presente, enseñas,
confirmas y salvas.
Quien está con Pedro está contigo;
quien se aparta de Pedro
es como un sarmiento separado de la vid.
Puede separarse
con la mente por su incredulidad;
con la voluntad por su rebeldía;
con el corazón por su pecado.
Yo creo que Pedro es para mí camino,
verdad y vida en Cristo.
Gloria a Dios…
Jesús Maestro…
María, Reina…
Santos Pedro y Pablo…