El arcángel Gabriel, de parte de Dios, propone a la Virgen María la maternidad divina. María acepta la extraordinaria misión; la Palabra se encarna en su seno. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, el Mesías prometido, el Maestro divino, el Sacerdote eterno (cf Lc 1,26-38; 2,1-7; Heb 8,1-13).
Te bendigo, Padre,
porque has cumplido las promesas
que habías anunciado
por boca de los profetas.
Te bendigo, Espíritu Santo,
que bajaste a María.
Te bendigo, Hijo divino,
que te has encarnado,
para implantar en toda la tierra
el reino de la verdad,
de la santidad y la gracia.
Adoro este misterio
de omnipotencia y de amor.
¡Es la salvación para todos los pueblos!
Gloria a Dios…
Jesús Maestro…
María, Reina…
Santos Pedro y Pablo…