Dios suscita, continuamente, profetas y escritores sagrados de entre el pueblo elegido: son luz para la gente honrada; reclamo para los equivocados; fuerza para los débiles. Escriben sobre la futura vida de Cristo y prefiguran la historia de la Iglesia (cf 1Sam 1,19-28; He 9,1-19).
Te bendigo, Dios mío, con todos los pueblos.
Que te den gracias y te adoren.
En la creación has escrito tus maravillas,
en la conciencia tu Ley,
en la Biblia tus eternas promesas.
¡Tú eres el eternamente fiel
y siempre amable!
Abre mi inteligencia para que comprenda
tu voz de Padre amoroso.
Gloria a Dios…
Jesús Maestro…
María, Reina…
Santos Pedro y Pablo…