Ven, María, entra y habita en esta casa
que nosotros te ofrecemos
y consagramos a ti. Sé bienvenida:
te recibimos con alegría de hijos.
Somos sumamente indignos;
pero tú eres tan bondadosa
que gustosamente pones tu morada
con tus hijos más indigentes.
Te acogemos con el mismo afecto
con que Juan te recibió en su casa
después de la muerte de Jesús.
Distribuye entre cada uno de nosotros
las gracias espirituales que necesitamos,
como las llevaste a casa de Zacarías.
Danos las gracias materiales,
como obtuviste el cambio del agua en vino
a los esposos de Caná.
Manténnos lejos del pecado.
Sé instrumento de luz, gozo y santificación
como lo fuiste en la familia de Nazaret.
Sé para nosotros madre, maestra y reina.
Aumenta en nosotros la fe,
la esperanza, el amor.
Infúndenos el espíritu de oración.
Que Jesús, camino, verdad y vida,
habite siempre en esta casa.
Suscita vocaciones
entre nuestros seres queridos.
Que todos los miembros de esta familia
nos reunamos en el cielo.