Jesús Maestro, tú dijiste:
«La mies es abundante,
pero los trabajadores son pocos».
Acogemos con amor tu invitación:
«Rogad, pues, al Señor de la mies
que mande trabajadores a su mies»
(Mt 9,37-38).
Suscita un amplio movimiento vocacional:
«Todos los creyentes
por todas las vocaciones».
Que aumente el número de sacerdotes.
Que sean sal de la tierra,
luz del mundo,
ciudad situada en lo alto del monte,
para la salvación de la humanidad,
redimida por tu sangre.
Que aumente el número de consagrados.
Que llenen la tierra de institutos
y comunidades que acojan a tus elegidos,
que sean hogares de luz y calor,
manantiales de espiritualidad
y viveros de santos donde se cante:
«Gloria a Dios
y paz a los hombres que ama el Señor».
María, «la elegida de Dios»,
madre y protectora de las vocaciones,
ruega con nosotros, por nosotros
y por todos los llamados. Amén.