Señor Jesús,
acepta el pacto que te proponemos
por medio de María
y de los santos apóstoles Pedro y Pablo.
Nosotras hemos de corresponder fielmente
tu plan de salvación,
alcanzar la santidad y gloria
a que nos has destinado,
y realizar con entrega y constancia
el apostolado pastoral.
Pero nos sentimos demasiado débiles,
ignorantes, incapaces y limitadas en todo:
en el espíritu, en la ciencia,
en el apostolado y en la pobreza.
Tú, en cambio, eres el camino,
y la verdad y la vida, la resurrección,
nuestro único y supremo bien.
Por eso, confiamos solo en ti,
que nos has dicho:
«Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre
os lo dará».
Por nuestra parte,
prometemos y nos comprometemos
a buscar en todo, y con todas las fuerzas,
en la vida y en el apostolado, solo y siempre
tu gloria y la paz de los hombres.
Contamos con que, por tu parte,
nos des un espíritu bueno, gracia, ciencia
y los medios necesarios
para cumplir la misión que nos has confiado.
Por tu inmensa bondad
y según las exigencias
de nuestra vocación específica,
multiplica los frutos
de nuestro trabajo espiritual,
de nuestro estudio, nuestro apostolado
y nuestra pobreza.
No dudamos de ti, pero tenemos miedo
de nuestra inconstancia y debilidad.
Así pues,
por intercesión de nuestra madre María,
acógenos, buen Pastor,
con la misma misericordia
que a los apóstoles Pedro y Pablo,
para que, imitándolos fielmente
en esta vida, podamos compartir con ellos
la gloria del cielo.