Espíritu Santo,
amor eterno del Padre y del Hijo,
te adoro, te doy gracias,
te amo y te pido perdón
por las veces que te he ofendido
en mi persona o en el prójimo.
Desciende con la plenitud de tus dones
en la ordenación
de los obispos y sacerdotes,
en la consagración
de los religiosos y religiosas,
y en la confirmación de todos los fieles.
Danos a todos luz,
santidad y espíritu misionero.
Espíritu de verdad, te consagro la mente,
la imaginación, la memoria: ilumíname.
Que conozca a Cristo Maestro
y asimile su evangelio
y la doctrina de la Iglesia.
Acrecienta en mí el don de la sabiduría,
de la ciencia, de la inteligencia y el consejo.
Espíritu santificador,
te consagro mi voluntad:
guíame según tus deseos,
ayúdame a ser fiel
en la guarda de los mandamientos
y las responsabilidades de mi vocación.
Concédeme el don de la fortaleza
y del temor de Dios.
Espíritu vivificador,
te consagro mi corazón:
conserva y acrecienta en mí la vida divina.
Concédeme el don de la piedad. Amén.