V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu cruz has redimido al mundo.
El cuerpo de Jesús, ungido con aromas, es llevado al sepulcro. Jesús mismo había anunciado su pasión: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del Hombre va a ser entregado… y lo condenarán a muerte» (Mt 20,18-19).
Señor Jesús, estás en el último escalón
de tu humillación, la del sepulcro.
Cuánto valdrán los hombres, Señor,
si tú has querido ofrecerte
hasta el extremo de dar la vida por ellos.
Quiero seguirte adonde tú me llames
para cooperar en tu obra redentora.
Ten piedad de nosotros, Señor.
Ten piedad de nosotros.
Haz, santa Madre de Dios,
que las llagas del Señor
se impriman en mi corazón.
Porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.