V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu cruz has redimido al mundo.
Los verdugos clavan en la cruz a Jesús, que sufre atroces sufrimientos, bajo la mirada de su afligida Madre.
Pertenecen a Jesucristo
los que crucifican su vieja condición,
renunciando a sus vicios y pasiones.
Yo quiero ser de Jesucristo
durante la vida,
en el momento de la muerte
y por toda la eternidad.
No permitas, Señor, que me separe de ti.
Ten piedad de nosotros, Señor.
Ten piedad de nosotros.
Haz, santa Madre de Dios,
que las llagas del Señor
se impriman en mi corazón.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.