Bondadoso Jesús mío,
me pongo humildemente ante ti,
y, con todo el corazón,
te pido perdón de mis pecados;
me duelen y los detesto,
especialmente por ser una ofensa
a tu infinita bondad.
Prefiero morir
antes que volver a ofenderte;
más aún, quiero amarte
sobre todas las cosas hasta la muerte.
Ten piedad de nosotros, Señor.
Ten piedad de nosotros.
Haz, santa Madre de Dios,
que las llagas del Señor
se impriman en mi corazón.
La Madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía.