Es un día del mes que se dedica especialmente a la reflexión del misterio de la salvación, considerando el fin para el que hemos sido creados, haciendo una diligente revisión de vida sobre el mes transcurrido y formulando propósitos firmes para el nuevo mes y orando para alcanzar una buena muerte.
La fidelidad al retiro es uno de los signos más auténticos de vitalidad espiritual, ya que garantiza la fidelidad a los propósitos y al programa de los ejercicios espirituales.
El retiro mensual se hace ordinariamente el primer domingo de mes.
La tarde del sábado se tiene una meditación y una plática, con el Vía crucis o la hora de adoración eucarística. En la mañana siguiente se tiene otra meditación y la celebración de la penitencia.
También se puede invertir el orden: una meditación por la tarde y la otra meditación y la plática por la mañana, concluyendo a mediodía.
Es conveniente que se medite sobre las verdades eternas: que se profundice en las exigencias de la propia vocación, haciendo alguna consideración sobre la oración (sacramentos, devociones, prácticas de oración, etc).
p. 175Si el retiro no lo dirige un sacerdote, se puede hacer personalmente, siguiendo un horario parecido, con los mismos elementos, sirviéndose de los libros más adecuados.
Es muy importante la revisión periódica sobre los propósitos personales. Disposición útil para el retiro es un profundo espíritu de humildad, junto con una gran confianza en la misericordia de Dios, que nos llama a la santidad: «Nos eligió en la persona de Cristo antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor» (Ef 1,4).
El retiro y la hora de adoración eucarística son un excelente comienzo del mes.
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