Te amo, Jesús, mi vida,
mi alegría y fuente de todo bien.
Quiero amarte cada día más,
a ti y a los hombres
redimidos con tu sangre.
Tú eres la vid y yo el sarmiento:
quiero estar siempre unido a ti
para dar fruto abundante.
Tú eres la fuente:
dame gracia cada vez más abundante
para mi santificación.
Tú eres la cabeza;
yo, uno de tus miembros:
comunícame tu Espíritu Santo
con todos sus dones.
Venga a nosotros tu reino por María.
Conforta y salva
a las personas que amo.
Acoge en tu reino a los difuntos.
Multiplica y santifica
a los que has llamado al apostolado.