Jesús, único camino de salvación;
tú me invitas diciéndome:
«Aprended de mí…».
Y sin embargo, ¡qué poco me asemejo a ti!
Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme.
Tú, Jesús, complaciste al Padre;
eres mi modelo.
Atráeme a ti y dame la gracia
de imitarte, especialmente
en la virtud que más necesito.